lunes, 6 de mayo de 2024

Relato  "Los ruidos extraños" de  Miriam García Martínez (1º A)

Había una vez en un lugar muy lejano una granja mágica donde vivían el granjero Antonio y la granjera Olivia. Ellos cuidaban de todos los animales y cultivaban las verduras más deliciosas del mundo. Pero algo extraño pasaba en su granja...

 Cada noche, mientras todos dormían, se escuchaban ruidos extraños por los pasillos de la granja. Al principio, Antonio y Olivia pensaban que eran solo los sonidos de los animales o el viento soplando entre los árboles. Pero un día, algo diferente sucedió. 

Era una noche oscura y silenciosa cuando, de repente, comenzaron a escuchar voces y a ver sombras moviéndose en la oscuridad. Antonio y Olivia se miraron asustados, preguntándose qué podría estar pasando en su hogar. 

Olivia, era muy valiente, así que decidió investigar. Agarró una linterna y con pasos cuidadosos recorrió los pasillos de la granja. Mientras caminaba, las voces parecían más fuertes y las sombras más inquietantes.

Finalmente, llegó a la parte trasera de la granja, donde encontró una pequeña puerta secreta entre las hileras de maíz. Con valentía, abrió la puerta y se encontró con algo increíble: ¡una familia de duendes viviendo en su granero! 

Los duendes estaban tan sorprendidos como Olivia. Explicaron que habían estado viviendo allí pacíficamente durante años, pero últimamente habían estado jugando más y haciendo más ruido, lo que asustaba a Antonio y Olivia. 

Antonio y Olivia, al darse cuenta de que los duendes no eran peligrosos, decidieron hacer un trato. Los duendes ayudarían en la granja a cambio de un lugar seguro para vivir. Desde entonces, la granja de Antonio y Olivia estaba llena de magia y alegría, y los ruidos extraños se convirtieron en risas de duendes trabajando junto a ellos. Y así, juntos, crearon un hogar donde humanos y criaturas mágicas podían vivir en armonía para siempre.

 Relato "La persecución" de Alejandra González Suárez (1º A)

 Yo estaba paseando por aquel puente tranquila, con mi compañera de piso, mientras íbamos a comprar pan. Cuando entramos a la panadería vi que había mucha gente así que tanquilamente me senté en una silla que había allí para esperar con mi compañera. Cogimos unas revistas y empezamos a leer mientras por el rabillo del ojo veía como cada vez había menos gente hasta legar a nuestro turno.Amablemente pedí mi pan y nos fuimos camino a casa, pero esta vez por otra ruta que no conocíamos muy bien.

Al rato de andar vi como alguien nos perseguía. No podría decir si era hombre mujer pero sí que llevaba una larga túnica negra. Noté como mi compañera también se dio cuenta, así que nos giramos. Ese  alguien se pará unos segundos y después empezó a correr. Nosotras cuando lo vimos también corrimos pero no sabíamos a donde ir. Aquella era una ruta distinta y no la conocímaos bien y los vestidos largos de tul no ayudaban. Avoces le grité a mi compañera que nos separáramos y ella me hizo un gesto de afirmación como diciendo que sí. Le grité que buscara ayuda y que, mientras, yo intentaría correr lo más rápido posible.

Cuando mi amiga se separó, el perseguidor no le prestó atención y siguió detrás de mí. Yo seguía corriendo, pero me di cuenta de que había llegado a un lugar oscuro, no sabría describirlo bien. Era un callejón solitario y, siendo sincera, daba mucho miedo, olía mla y tenía un ambiente frío aunqye yo, de correr, tenía calor.

El perseguidor no habló, sólo me siguió, se paró delante de mí y me observó. Yo me puse a pensar, algo se me tendría que ocurrir. Pensé y pensé hasta que se me ocurrió. En aquel lugar  tan oscuro no se veía muy bien pero me giré, miréa esa persona y disimuladamente me quité mi pendiente. Era un regalo que me habían hecho y pesaba mucho porque era una perla. Apunté como pude y con todas mis fuerzas se la lancé a la cara. Escuché un grito, parecía que le había dao en el ojo. Corrí como pude y salí del callejón. Y con la ayuda de otras personas terminé encontrando a mi compañera.

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